Garima Srivastava, docente del IB del Pathways School Noida (India), nos habla de la importancia del aprendizaje social y emocional y de su impacto en los alumnos de educación básica durante la pandemia.
By Garima Srivastava
«Los seres humanos somos animales sociales y, como tales, necesitamos contar con habilidades sociales y emocionales antes de desarrollar otras destrezas para sobrevivir y prosperar en el marco de una sociedad.»
Llevamos bastante tiempo hablando de la importancia del aprendizaje social y emocional. En un intento de integrar este aspecto del aprendizaje en su rutina diaria, los educadores de todo el mundo están organizando sus planes de clases y reservando una cantidad de tiempo considerable en sus prácticas. En este artículo intentaremos explicar en qué consiste el aprendizaje social y emocional, y por qué la pandemia de la COVID-19 (coronavirus) nos ha hecho tomar aún más conciencia de su importancia. Los seres humanos somos animales sociales y, como tales, necesitamos contar con habilidades sociales y emocionales antes de desarrollar otras destrezas para sobrevivir y prosperar en el marco de una sociedad. Las habilidades sociales y emocionales van de la mano. Las habilidades emocionales se relacionan con la identificación, la expresión y la gestión de las emociones, mientras que las sociales tienen que ver con el establecimiento de conexiones, la relación interpersonal, la capacidad de negociación y la creación de vínculos con compañeros, adultos y colegas.
«Durante este difícil momento, los docentes han demostrado una enorme resiliencia: se han adaptado rápidamente a la nueva realidad del mundo virtual y han trasladado inmediatamente sus clases físicas a un entorno en línea.»
La pandemia de la COVID-19 Esta pandemia no ha sido lo que se dice positiva para la salud física y mental de nuestra comunidad de padres, alumnos y docentes. El aislamiento ha cambiado la definición de la socialización y ha provocado sensaciones diversas tanto en niños como en adultos. Una de las lecciones que hemos aprendido es que necesitamos una planificación estratégica general para abordar estas cuestiones de manera sistemática en todo el colegio. Es imprescindible enseñar a los alumnos a identificar, gestionar y equilibrar su inestabilidad emocional. La comunidad de padres y docentes debe trabajar codo con codo y con mucha consideración durante este momento tan difícil para mejorar sus vidas, y las de sus hijos y alumnos. Una forma de abordar estas cuestiones puede ser la integración explícita del aprendizaje social y emocional en la base del currículo y la pedagogía.
El aprendizaje social y emocional como base En diversos marcos curriculares se viene hablando de la importancia de incorporar el aprendizaje social y emocional en la base de la planificación, la conceptualización y la ejecución del currículo. Para la creación de los marcos curriculares nacionales de varios países se ha investigado y defendido la importancia del aprendizaje social y emocional, pero todavía queda mucho trabajo por hacer para pasar de la idea a la práctica, sobre todo en lo que respecta a las directrices que deben seguir los docentes. Durante este difícil momento, los docentes han demostrado una enorme resiliencia: se han adaptado rápidamente a la nueva realidad del mundo virtual y han trasladado inmediatamente sus clases físicas a un entorno en línea. Dicho esto, también debemos señalar que esta transición ha pasado factura al bienestar de docentes y alumnos. Por eso es fundamental que los colegios y sus equipos directivos impartan el aprendizaje social y emocional como una asignatura aparte a los niños y como un módulo de capacitación riguroso a los docentes. «Por eso es fundamental que los colegios y sus equipos directivos impartan el aprendizaje social y emocional como una asignatura aparte a los niños y como un módulo de capacitación riguroso a los docentes.»
Indicadores y estrategias basados en investigaciones:
Dado que los niños están en casa o acaban de reincorporarse a las clases presenciales, es muy importante que los docentes forjen relaciones seguras y de confianza con todos ellos para ayudarlos a comprender esta nueva normalidad, adaptarse a ella y progresar.
Debemos comprender y reconocer los comportamientos de los niños, pues el comportamiento es una forma de comunicación.
Los niños y sus padres necesitan que los escuchemos y empaticemos con ellos antes de escucharnos a nosotros.
Debemos estar atentos a señales como la agresividad, el aislamiento, el silencio, el miedo o la falta de comunicación de las necesidades. Todas ellas indican que los niños necesitan saber que estamos ahí para ayudarlos y que pueden confiar en nosotros.
Se deben organizar sesiones de desarrollo profesional para todo el colegio donde se aborden temas como los sentimientos, las dinámicas de grupo, las habilidades sociales, las agresiones, el desarrollo de relaciones con niños y familias, o el acoso escolar.
Garima Srivastava es coordinadora del programa para la primera infancia del Pathways School Noida (India). Cuenta con 10 años de experiencia práctica en el ámbito de la educación y la atención en la primera infancia. Garima recibió una beca para estudiar un máster en Educación y Atención en la Primera Infancia en la Universidad Ambedkar de Delhi. Su tesina trataba sobre la lectura compartida usando diferentes métodos en la primera infancia. Garima es madre de un niño de nueve años. Ha trabajado en varios colegios internacionales y tiene amplia experiencia en la creación de entornos para la primera infancia, el diseño de espacios de aprendizaje, la provisión continua, la implementación de programas para madres e hijos, la importancia del juego en la primera infancia, el aprendizaje social y emocional, la transición en la primera infancia y la implicación de los padres en el contexto de la primera infancia.
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